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25 abril, 2024

Cancún

Ambulantes, los hombres invisibles

El comercio informal está presente en toda la ciudad, desde las regiones hasta la zona hotelera de Cancún, donde las autoridades luchan por sacarlos

CANCÚN, Q. Roo.- Para muchos, quizá su trabajo no sea el ideal o el mejor pagado, aunque para otros es la única opción que han encontrado para sobrevivir y llevar algo de dinero a sus casas y poder mantener a sus familias.

Es por ello que En QUINTANA ROO HOY realizaremos una seria de reportajes vivenciales, en donde plasmaremos el trabajo diario que realizan cientos de personas en las calles de este destino, que en muchas ocasiones llegan a ser “invisibles” hacia los demás y considerados una molestia por los automovilistas.

En esta ocasión, nos pusimos en el lugar de un vendedor de flores para saber lo que viven día a día, el esfuerzo que realizan para vender su mercancía que adquieren por paquetes en una distribuidora que se encuentra sobre la Avenida José López Portillo, ya que ellos mismos preparan los ramos que venderán en los cruceros, lo que les sale más económico y tienen la opción de poder ganar un poco más de dinero.

Menosprecio ciudadano

Eran alrededor de las 2 de la tarde, cuando acudimos a una florería de la avenida Kabah con Miguel Hidalgo, conocida como Ruta 5, para adquirir una docena de rosas en 240 pesos, a razón de 20 pesos cada una, para posteriormente revender.

Con la mercancía en las manos salí al crucero de este mismo lugar, en donde esperé que el semáforo quedara en rojo para pasar entre los autos y ofrecer a los conductores una rosa.

“Una rosa, joven, para la novia o para la esposa” fueron las palabras que les decía a los automovilistas que esperaban impacientes el cambio de luz para poder moverse, pero muchos no dejaban ni terminar la frase y me hacían señas con la mano de que no querían nada, otros con mucho desdén ni siquiera volteaban a verme ni me decían nada y ni siquiera bajaban el cristal de sus autos.

Por espacio de una hora, en cada luz roja, pasaba entre los automóviles para ofrecer las rosas que tenía en la mano y siempre era la misma situación, me ignoraban y me decían que no, con la mano. No había vendido ninguna.

Con suerte

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Para mejorar mi suerte me cambié de esquina y me puse sobre la Avenida Kabah para venderles a los automovilistas que iban con dirección a la López Portillo, sólo que en este sitio habían varios vendedores ambulantes más, el de manzanas con chamoy, el de los chicles y uno de juegos didácticos, que al inicio se sintieron recelosos por haber ocupado también su espacio; pero luego de otra hora sin vender nada, sin preguntarles y decirles algo, me dijeron que así es esto, que puede pasar mucho tiempo sin vender un artículo y en un rato (si cuentan con buena fortuna) terminarlo todo.

Con el consejo de mis “colegas vendedores” volví a la carga en busca de vender mis flores, en esta esquina tenía que caminar más de 100 metros entre los autos, hasta que un muchacho a bordo de una camioneta blanca me llamó y me dijo ¿cuánto cuestan?, rápidamente le respondí a 20 pesos y sacó de entre las bolsas de su pantalón una moneda de 10 pesos y dos de cinco con lo que me pagó y le pedí que eligiera la rosa que más le agradara. Escogió una de color rojo.

Esfuerzo sin remuneración

Luego de cuatro horas y una rosa vendida, alrededor de las 6 de la tarde decidí moverme de lugar y acudir al cruce de la Avenida López Portillo con tercera entrada de la Región 94, por el barrilito, en donde al igual que en el otro sitio, los automovilistas me decían que no y me ignoraban.

Aunque en este sitio había otro vendedor de flores, también corrió la misma suerte que yo, entre los conductores, aunque él ya había vendido tres arreglos de 50 pesos en cinco horas.

Alrededor de las 8 de la noche conseguí vender la segunda rosa a un joven que después de elegir una en color rosada se la entregó de inmediato a su novia que iba con él en el auto.

Con solo dos rosas vendidas en ocho horas de trabajo y recuperar 40 pesos de los 240 pesos que invertí en adquirirlas, alrededor de las 10 de la noche decidí acabar mi día, un día en el que estuve en el lugar de un vendedor.

 

Competencia desleal

Encargados de florerías establecidas aseguran que los vendedores ambulantes de rosas o arreglos florales les reducen hasta en un 30 por ciento sus ventas diarias sin que las autoridades municipales hagan algo por regular esta situación.

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Antonio Rosado Ocampo, encargado de un local en la Avenida Kabah, dijo que los ambulantes les quintan clientela, porque muchos de ellos llegan a vender hasta dos docenas al día.

“Ellos compran sus flores en una distribuidora a 10 pesos y la revenden a 20 pesos, pero no pagan impuestos, ni luz ni trabajadores ni nada, esto nos afecta a los establecidos”, aseveró.

El trabajador explicó que una florería trae sus productos de la Ciudad de México vía tráiler, lo que implica inversión para los establecimientos que en un día normal llegan a vender hasta ocho docenas de rosas.

Pidió que en el Día del Amor y la Amistad la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) no sólo verifique a las florerías, sino también a los ambulantes, que después llegan a incrementar sus precios hasta en 25 pesos por rosa o 70 pesos por un arreglo. (Renán Moguel / QUINTANA ROO HOY)

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