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18 abril, 2024

Lázaro Cárdenas

Cultivo para el futuro; cada semilla es fruto para la tierra y para quien la trabaja

Cultivo para el futuro; cada semilla es fruto para la tierra y para quien la trabaja

LÁZARO CÁRDENAS, Q. Roo.- Venustiano Chale Mukul, reconocido veterano que realiza primicias, explicó que cuando se cultiva alguna semilla en milpa, el campesino usa sus conocimientos ancestrales y siembra futuro, lo que es una enseñanza de los abuelos hacia las nuevas generaciones.

Al respecto, comentó que las antiguas generaciones aseguran que cuando realizan el Xok K’ín o Cabañuelas, que es el conteo de los meses para predecir en qué meses del año habrá lluvia, sequía o mal tiempo, con el fin de tomar las previsiones necesarias para llevar a cabo la siembra y tener garantizada la cosecha.

Durante muchos años, campesinos han dependido del conocimiento ancestral para cultivar la tierra, pero en la actualidad la situación es muy diferente, ya que es necesario utilizar sistemas de riegos para lograr la producción; aunque las experiencias sobre el manejo y conocimiento del monte y del clima son básicas para el agricultor, algunos dicen que, a pesar de la falta de conocimiento, por naturaleza los campesinos conocen más de 50 plantas nativas, de diferentes variedades.

Tradiciones y cosechas

Chale Mukul recordó que en los meses de marzo, abril y parte de mayo, cuando las milpas recién quemadas desprenden olores de un aroma agradable debido a las hojas, los antiguos campesinos preparan la tierra para cultivarla; y sí en el transcurso de los días con las primeras lluvias, de inmediato comienza la siembra de los granos. Cada campesino prepara, en ocasiones, viandas para ofrecerla al Yuum Chaak, dios de la lluvia.

También dijo que, al emerger las primeras plántulas se está dando continuidad a las tradiciones familiares y comunitarias, porque conservan las semillas de los abuelos dando esperanza a los pueblos indígenas. Cada semilla se resguarda, al término de la cosecha, en el kúumche’ (granero o choza para levantar la producción), que tiene escrito el mensaje sagrado de los abuelos, en el caso particular del Ixi’im (maíz), conocido en estos lugares desde tiempo inmemoriales.

Otra costumbre de antaño es intercambiar granos para fortalecer la semilla del vecino y la propia, además, de esa forma se hace el compromiso o pacto que se inicia con las ceremonias mayas: jéetsméek, p’oka’ab, k’u sakab, ch’a’cháak y jáanalil kool.

Conocimiento de los dioses

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Durante el proceso de siembra de maíz existe un sinfín de relatos que hablan sobre cómo los animales del monte han contribuido para que las semillas no se pierdan. Por ejemplo, Venustiano Chale narró cuando se le chamusco el plumaje y quedó negro pájaro ts’iiu, o sobre los ratones, que son plaga, pero para algunos son metáforas de la naturaleza de cómo cultivar sin utilizar químicos.

Algunas personas que cuidan y vigilan la milpa en los cuatro puntos cardinales son conocidas como los Yuum Tziles (dueños del monte), ya que bajo ese concepto hay curiosos que no quieren acatar esas normas que fueron emitidas y evitan su desaparición.

Al finalizar, el veterano comentó que nuestros ancestros cultivaron entre piedras, donde el suelo es casi inexistente, “¿cómo nos explicamos el desarrollo que lograron en todo el territorio peninsular? Seguramente la respuesta la tendremos al cultivar semillas, será cuando los dioses mayas nos transmitan de nuevo el t’aan (palabra) y su interpretación dependerá mucho de nuestra sensibilidad por escucharlos”. (Ángel Balam / QUINTANA ROO HOY)

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