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2 mayo, 2024

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Llego a la conclusión de que si peña tiene como argumento sus problemas físicos para explicar tantos desvaríos, algunos de sus colaboradores, los más delicaditos sobre todo, no cuentan con el menor pretexto para exaltar su torpeza, brutalidad e insensibilidad patológica.

Llego a la conclusión de que si peña tiene como argumento sus problemas físicos para explicar tantos desvaríos, algunos de sus colaboradores, los más delicaditos sobre todo, no cuentan con el menor pretexto para exaltar su torpeza, brutalidad e insensibilidad patológica.

Uno de ellos es el impertinente, soberbio Aurelio Nuño Mayer, quien cree que el sexenio no terminará nunca o que tiene alguna posibilidad de quedarse si es postulado a la Primera Magistratura ¡y la gana! Se olvida que a los mexicanos no se nos va a engañar tan fácilmente, menos con un personaje tan grotesco y pedante.

En un arranque de notoria torpeza –más bien estupidez–, cuando los maestros chiapanecos, luego de ciento veintiocho días de plantón, decidieron volver a sus aulas para evadir los señalamientos de que perjudicaban a los niños con su lucha en contra de la insostenible reforma educativa, el rey de los bárbaros peñistas, Nuño quien fue consejero de su patrón, lanzó su bravata asegurando que no habría acto con los profesores disidentes y que la reforma se aplicaría sin la menor restricción.

Eso es, un acto de evidente provocación acaso tendiente a ahondar la conflictiva nacional.

¿Qué es lo que, de verdad, pretende el gobierno? ¿Un desmantelamiento general o una revuelta de incalculables consecuencias, con medio país armado un sector del ejército cansado de seguir órdenes que le avergüenzan?

La ceguera de Nuño es, por tanto, reveladora sobre cuál es su salida de emergencia: protegerse en Washington –¿y si gana Trump? –, regalándole el botín de las riquezas mexicanas cada vez más exiguas.

Esto se llama traición en cualquier idioma conocido.

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