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29 marzo, 2024

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EPN y la Doctrina Trump

Columna por Julio Hernández López

En medio del desorden nacional, sepultado mediáticamente el caso de #LaEstafaMaestra (una confirmación plena del saqueo del erario, mediante operaciones trianguladas desde oficinas gubernamentales), angustiadas varias partes del país ante las lluvias e inundaciones, creciente la violencia del crimen mafioso, desbordado el activismo oaxaqueño contra la reforma educativa y las políticas federales (con un cohetón de feria, disparado contra un helicóptero oficial, y la violencia de cuerpos policiacos contra ciudadanos en general), derribado el esquema de la imposición en automático del #FiscalCarnal, enconada la reanudación de actividades en la Cámara de Diputados y desatada la guerra partidista rumbo a las delicadas elecciones de 2018, Enrique Peña Nieto ha tenido a bien sumar a México a los escenarios internacionales bélicos, al botar al embajador de Corea del Norte en México, dándole 72 horas para que deje el país.
La aplicación en México de la Doctrina Trump, en lugar de la Doctrina Estrada, confirma, peligrosamente, el alineamiento del grupo encabezado por Luis Videgaray Caso con las políticas de la Casa Blanca. No tiene México ninguna presencia determinante ni importante en el conflicto en espiral entre Estados Unidos y Corea del Norte, y no existe razón válida para colocar al territorio mexicano en el mapa de riesgos nucleares frente a los cuales nuestro país no tiene como protección más que los discursos de Peña Nieto y el citado Videgaray.

Tan precaria es la seguridad del aparato gubernamental mexicano que un cohetón de feria, disparado en la ciudad de Oaxaca contra helicópteros al servicio de Los Pinos, causó daños, según fotografías y videos difundidos ayer. Durante años, activistas oaxaqueños han lanzado ese tipo de proyectiles de artificio contra policías y vehículos gubernamentales, con pocas consecuencias graves. Ayer, sin embargo, el impacto de uno de esos artefactos pareció cimbrar la seguridad del parque vehicular del máximo representante del Estado. Aún así, México fue lanzado a la contienda mundial, en un terreno donde la realidad se refiere a los misiles, a las pruebas atómicas.

La reanudación de las protestas violentas en Oaxaca, con la sección 22 como eje de organización, exhibe la textura fantasiosa de los discursos oficiales que proclaman tanto la victoria definitiva de la reforma administrativa en asuntos educativos (que el precandidato Aurelio Nuño presumió en China, como peculiar acompañante de Peña Nieto, en tiempos en que todo pretende ser indicativo de la dirección en que se mueve el dedo electoral del mexiquense) como la “pacificación” de aquella entidad, ya con el gobierno de Alejandro Murat.

Las protestas en Oaxaca tienen como contexto la sostenida inconformidad con las políticas de Peña Nieto y del mencionado Murat, quienes han avanzado de común acuerdo en proyectos que lesionan el interés social y privilegian a empresarios e intereses extranjeros, todo con el consabido tufo a corrupción que caracteriza a los “megaproyectos” gubernamentales. La instalación de una “zona económica especial”, la construcción de una especie de Canal de Panamá bis, las concesiones para la explotación del hierro por parte de firmas chinas y otros negocios de gran redituabilidad para cuentas particulares mantienen a Oaxaca en una tensión a la que se debe sumar la rebeldía recurrente de los trabajadores estatales de la educación.
En ese contexto, la respuesta de las fuerzas policiacas contra los manifestantes ha sido proporcional a los intereses que se protegen. Allanamiento de domicilios particulares y negocios, detención de personas que grababan los acontecimientos, golpizas a discreción y una reposición generalizada de los métodos represivos que ya se han ensayado en otras épocas y que han dado pie al mayor enardecimiento de los grupos opositores.

En San Lázaro, mientras tanto, al fin se lograba la instalación de la mesa directiva de la cámara de diputados, con Jorge Carlos Ramírez Marín como presidente (quien espera dejar pronto el cargo, si lo nombran candidato del PRI a gobernador de Yucatán).
El ganador de este forcejeo (en lo inmediato) fue el panista Ricardo Anaya Cortés, quien dio cohesión a lo que ahora es llamado Frente Ciudadano por México (PAN, PRD y MC): exhibió y tiene en jaque al calderonismo (por haber aceptado a traición la presidencia del Senado y porque el citado FCM desplaza a la candidata conyugal) y logró echar abajo la automaticidad del pase del amigazo de Los Pinos, Raúl Cervantes Andrade, a una fiscalía de nueve años (falta, desde luego, que el triunfo se corone con la exclusión rotunda de ese personaje, el rediseño de la figura del fiscal general de la nación y el nombramiento de alguien que realmente sugiera autonomía).

El nuevo mapa de las fuerzas legislativas parece propicio para el citado Anaya, pero no debe olvidarse que subsiste en su contra la fundada acusación de acelerado enriquecimiento personal y familiar, más allá de que el peñismo haya usado y filtrado esos datos para una “guerra” contra dicho dirigente panista. Además, el Frente Ciudadano por México aún deberá pasar por la complicada prueba de la definición del método para postular candidato presidencial (¿pasarela con aspirantes partidistas e “independientes”?), y Los Pinos y el sombrío calderonismo buscarán la forma de ajustar cuentas con el, hasta hoy, escurridizo Anaya.

Y, mientras Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, decía ayer, en un acto contra la violencia de género en Puebla, que se acerca a esa entidad un huracán comparable con el carácter de una mujer: “Viene ‘Katia’ para acá, y como buena mujer, viene firme y dura, y con mucha agua”, ¡Hasta el próximo lunes, con el tema de Emilio Lozoya, Pemex, Odebrecht y financiamiento de la campaña electoral priista de 2012 en lista de espera para acciones legislativas y partidistas, ya con un citatorio del Senado para que el contralor de Pemex explique las andanzas monetarias de ese episodio de altísima corrupción!

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