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23 abril, 2024

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KKK.

Columna por Isabel Rodriguez

Resulta impactante escuchar noticias que, desde el país vecino del norte, se hacen sentir bajo el desgarrador grito de: RACISMO.

Reivindicarse bajo ideologías que parecieran retrogradas, donde grupos que bajo el nombre de Kukuxklán, se abalanzan por las calles haciendo patente la discriminación, el desprecio por quien no pertenezca a la supuesta “supremacía blanca”, hacen pensar en lo que las culturas esconden en el fondo sus emociones y que se ven externalizadas cuando un supuesto líder, abandera una causa que no tiene razón de ser.

Despreciar, discriminar, son los antivalores que para un sector resultan ser idóneos para generar una pureza de raza, mientras que para otros significan el rompimiento de la tolerancia, respeto e igualdad.

Cancún, no es la excepción. En nuestra pequeña ciudad encontramos de manera sesgada, disimulada, maquillada, decenas diarias de expresiones de intolerancia, discriminación y segregación. Hoy podemos percatarnos que ciertas calles, de ciertos sectores de la ciudad están siendo re pavimentadas, cuando en otras áreas no llega la esperanza de tener calles asfaltadas. Las repuestas justificativas del por qué re pavimentar en vez de extender la cinta de urbanidad, pueden ser miles y válidas, así como preguntar: ¿Por qué no extienden el pavimento de calidad a toda la ciudad y generar vías de comunicación a la altura de nuestra ciudad?

No necesitamos sorprendernos de lo que pasa en otros países cuando en el nuestro, en la ciudad donde vivimos, basta poner alto por un momento a nuestra dinámica de vida diaria, y percibir los actos de racismo, de segregación de clase social, de diferencias ideológicas bañadas de intolerancia, y que no sólo las ejercen los ciudadanos en su propio medio, sino desde las esferas del poder hacia la población de forma generalizada.

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