Como novias de pueblo se quedaron los priistas de Quintana Roo: Vestidos y alborotados, esperando una definición de su presidente nacional, Enrique Ochoa Reza, y ésta ¡nomaaaaas no llegó!
Unos estaban seguros que el dirigente vendría a Cancún el pasado viernes a “escabecharse” a la actual dirigencia estatal encabezada por Raymundo King de la Rosa, relacionado directamente con los ex gobernadores Félix González y Roberto Borge, al que se le acusa de la colosal derrota de junio pasado.
Y otros esperaban que se fuera contra aquellos que son señalados como traidores al priismo como serían el ex mandatario Joaquín Hendricks, la ex alcaldesa Magaly Achach, entre otros, vistos muy de cerca con el actual mandamás, Carlos Joaquín.
Pero no ocurrió ni uno ni otro, el dirigente nacional del PRI consideró que el tomar determinaciones en estos momentos “pudiera ser contraproducente al partido”, y anunció que retornará para, entonces sí, mostrar el camino por el que se habrá de conducir el priismo.
¿A qué vino este personaje a Quintana Roo, si ni siquiera sabía a lo que se enfrentaría?
Quizá sus huestes le informaron que todo está en calma, cuando en realidad es un despelucadero lo que se vive, una carnicería, y una verdadera cena de negros dentro del priismo estatal, al interior de un partido que anda como el perro callejero, sin rumbo y sin dinero.
¿Esperar a qué? ¿Contraproducente tomar una decisión en un partido hecho añicos? Por favor, ¡no le vayan a hacer daño a un ente vapuleado, dividido, lleno de traiciones, carente de confianza…pobre!
Las señales en el evento fueron más que elocuentes. Las manifestaciones de los priistas ahí reunidos no pudieron ser más claras, y aun así, a Ochoa Reza le dio frío tomar una decisión y optó porque en el partido se sigan partiendo la madre.
