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28 marzo, 2024

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Migración centroamericana

La crisis de migración centroamericana nos pisa los talones. De ser un territorio de paso hacia Estados Unidos, entre solidario y peligroso, ahora nos estamos asumiendo como punto de llegada

La crisis de migración centroamericana nos pisa los talones. De ser un territorio de paso hacia Estados Unidos, entre solidario y peligroso, ahora nos estamos asumiendo como punto de llegada: el viernes pasado Cancún y el gobernador Carlos Joaquín fueron testigos de la firma del Memorando de Entendimiento en Materia de Cooperación Laboral entre nuestro país y los ubicados en el llamado “Triángulo Norte” (Guatemala, El Salvador y Honduras), según el cual se abrirá la oportunidad de laborar en México para trabajadores de esos países, hasta por 180 días durante épocas de mayor demanda, en los sectores agrícola y de servicios. El plan piloto será de seis meses y abrirá la puerta hasta mil personas por país. Es evidente que ha fallado el “Plan Alianza para la Prosperidad” que hace unos meses estableció Estados Unidos para esas tres naciones, con el fin de detener la migración, y se están explorando nuevas alternativas.

Generosa la actitud mexicana que puede dar un respiro a quienes huyen de esos países por las condiciones criticas de violencia y de marginalidad económica. Un giro positivo que pone por delante el trabajo en vez de la militarización y criminalización de las fronteras.

El mismo día del Memorando, la organización Amnistía Internacional presentó su informe “¿Hogar, Dulce Hogar?” en el que asienta que la crisis de refugiados en el Triángulo Norte es de alerta ya que  “los altísimos niveles de violencia han provocado que cada vez más personas huyan hacia el norte para salvar la vida”. El flujo, entonces, podría no ser tan temporal y hay que estar preparados para ello. Sería desastroso que en nuestro sur se repitian actos de fobias y discriminaciones que hemos padecido en el sur norteamericano.

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