No es para menos. La psicosis estalló en Cancún y en Quintana Roo en general. La especulación, las versiones en todos sentidos pegaron contra la pared a los más de un millón de ciudadanos que residen en esta ciudad, en este destino que corre, a pasos acelerados, a convertirse en un pueblo fantasma.
Lo suscitado en el festival BPM en Playa del Carmen tuvo sus repercusiones, la irresponsabilidad de las autoridades de Solidaridad abrieron la puerta a consumidores de droga y, por ende, a vendedores.
Balearon la Vice Fiscalía en Cancún y la ciudad entró en miedo. El Ejército y la policía de allá para acá en todas las calles de la ciudad. Retenes con agentes deteniendo y revisando los automóviles de particulares.
Una escena nunca antes vista en Cancún.
Especulación fue lo que persistió durante horas en las redes sociales. “No salga de su casa”, fue la constante. Familiares, amigos de otros estados y del extranjero se alarmaron.
Cancún fue rehén del miedo, de la psicosis y por supuesto que los daños colaterales serán imparables y se verán con toda la saña sobre este destino turístico.
El daño ya es irreversible.
No son hechos aislados y por supuesto que tampoco se trata de un solo agresor. Se trata de delincuentes organizados y bien armados que irrumpieron en esta ciudad y que fueron de frente contra la autoridad.
¿Calma? ¿todo bajo control?
Ni una ni otra…la gente debe tomar todas las precauciones, ninguna medida de seguridad es exagerada.
En la ciudad hay gente muy peligrosa y pasarán varios días para que la ciudadanía regrese a la calma, a una calma a medias, porque después vendrán los daños como la ausencia de turistas, sin duda.
