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19 abril, 2024

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Secas, las barbas de Borge

Nada más lejano a la realidad, el supuesto –aunque deseable por muchos– de que tras el libramiento de la orden de aprehensión solicitada por la PGR en contra del cleptócrata que gobernó Veracruz, Javier Duarte

Nada más lejano a la realidad, el supuesto –aunque deseable por muchos– de que tras el libramiento de la orden de aprehensión solicitada por la PGR en contra del cleptócrata que gobernó Veracruz, Javier Duarte, su ex homólogo quintanarroense, Roberto Borge, haya puesto sus barbas a remojar temiendo ser el siguiente en la lista de la procuradora Arely Gómez y del SAT, que también tiene metida la nariz en este estado.

Porque si alguien pensaba que Borge estaría a estas horas preocupado por lo que pudiera venírsele encima en materia penal, fiscal o política luego de la suerte que corriera Duarte, no podría ese alguien estar más equivocado.

¿Razones? Hay dos:

1.- Porque el caso Duarte tiene un fuerte tufo a convertirse en otro circo mediático mal montado de los que tanto nos tiene acostumbrados a presenciar la Federación, pues no obstante la espectacularidad con que soltaron la noticia de su orden de captura hay demasiadas evidencias de que lo van a buscar, sí, pero con ganas de no encontrarlo. A como dicen en la región, será algo así como “lo busco, lo busco, pero no lo busco (encuentro)”.

2.- Porque de los tres gobernadores priistas que mediáticamente también se especuló durante los últimos meses que caerían bajo el filo de la Ley para levantar un poco la alicaída imagen del Gobierno federal y del ex partidazo, el PRI, con miras al proceso electoral del 2018, el jarocho Duarte fue el “elegido” para servir como “ejemplo” de que en México se persigue y se castiga a los gobernantes corruptos. Si había que dejar caer la guillotina, así fuera simuladamente, el plan indicaba desde un principio que con uno bastaba para mitigar la sed de venganza del colectivo social.

Luego entonces, el Duarte de Chihuahua y Borge de Quintana Roo, eliminados por “default” de esta farsa justiciera, ya deben estar tranquilos. Por muy cuestionados que hayan sido sus mandatos, a final de cuentas era obvio que el alto mando político del país, que fue el que alentó esa historia de la terna de gobernadores “sacrificables”, no podía entregar las cabezas de tres de sus representantes y, siendo justos, poniendo en la balanza todas las acusaciones que se les hicieron –y siguen haciendo–, el veracruzano se llevó el palmarés.

En una especie de prudente autoexilio en la Ciudad de México, a donde se fue a radicar incluso antes de que terminara su administración, la postura de “Beto” Borge no corresponde en lo absoluto a alguien que se sienta preocupado por su futuro inmediato.

A diferencia de Javier Duarte que la última semana se la pasó muy agitado preparando su fuga del estado que gobernó y saqueó al mismo tiempo, Borge ha mantenido una discreta pero tranquila participación en temas políticos, turísticos y sociales. Basta ver su cuenta en Twitter, para percatarnos que lo mismo “retuitea” todo lo que postea el presidente Peña Nieto, que comparte datos y cifras de turismo, al tiempo que emite cálidas felicitaciones a amistades como la periodista Adela Micha, por un premio recibido.

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No, para nada: No creemos que “Beto” tenga bajo el chorro de agua sus barbas.

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