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19 abril, 2024

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Sismos

Columna por Amir Ibrahim

Una fatal coincidencia ocurrió este 19 de septiembre. A las 13:14 horas tuvo lugar un sismo de 7.1 grados en la Ciudad de México, Morelos, Puebla y el Estado de México. Otra vez un 19 de septiembre, como en 1985.

En esa ocasión un temblor de gran magnitud, 8.1 grados en la escala de Richter, sacudió la Ciudad de México y se cayeron una cantidad importante de edificios. La cifra oficial de muertos fue de tres mil 192, aunque otras estimaciones serias señalan que entre 10 mil y 20 mil personas perdieron la vida durante el sismo y su réplica principal, que sucedió al anochecer del día siguiente.

Este martes 19 de septiembre de 2017 todo transcurría en total normalidad. A las 11:00 horas la Secretaría de Protección Civil capitalina encabezó un macrosimulacro con la hipótesis de un sismo de 8.0 grados Richter. Se realizó el desalojo ordenado de dependencias gubernamentales, escuelas y plazas.

Nadie esperaba que dos horas después la tierra se estremeciera nuevamente. Está vez no era un simulacro, la contingencia era real. Altísimos edificios se balanceaban de un lado a otro, al menos 38 se cayeron.

Muchas personas lograron salir de los edificios a tiempo y caminaban contrariadas por la calle; se miraban unos a otros en búsqueda de una explicación, de orientación. El olor a gas era muy penetrante e incluso en algunos puntos hubieron explosiones.
Conforme pasaban los minutos iban confirmándose las afectaciones: edificios derrumbados, otros en muy mal estado, al punto de ser inhabitables. El sismo afectó también a Puebla, Morelos, el Estado de México y Morelos.

Uno de los casos más tristes fue la caída de dos edificios del colegio Enrique Rébsamen, ubicado al sur de la CDMX, la estructura quedó colapsada y los niños quedaron atrapados entre los escombros. Al menos 14 niños fueron rescatados, pero otros 12 perdieron la vida. Una tragedia sin duda.

La cifra de muertos iba creciendo conforme pasaban los minutos, al caer la noche ya superaba los 120… y aún faltaba buscar mucho más entre los escombros.
Efectivos del Ejército Mexicano se hicieron cargo de las labores de rescate, acompañados de efectivos de la Marina, Protección Civil, bomberos y cientos de voluntarios que se acercaron para ayudar desinteresadamente.

Conforme vayan pasando las horas se conocerá con mayor certeza la dimensión de la tragedia, que cambiará nuevamente la cara de la ciudad. Muchos edificios quedarán inhabitables y deberán ser derribados. Decenas de personas se quedarán sin hogar. Pero sin duda lo más rescatable de este hecho fue el espíritu solidario de los mexicanos.

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De inmediato se instalaron centros de acopio para los damnificados, no faltó quien brindara lo mucho o poco que tenía para ayudar y en las labores de rescate muchos ofrecieron su tiempo y esfuerzo para ayudar a remover escombros.

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