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21 mayo, 2024

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Ya basta

“No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas”: Mary Shelley

Hablemos un poco de épocas antiguas, en donde las mujeres tenían que ser las amas de casa, las que siempre tenían que estar a cargo del hogar, atendiendo de una manera perfecta y muy cuidadosa a sus hijos y esposo. ¿Por qué en épocas antiguas se veía a la mujer tan solo como objetos los cuales solo servían para atender las necesidades de los demás? ¿Por qué no se tenía ni voz ni voto ante la sociedad? Quizás porque estaba muy marcado el rol que desempeñaría la mujer dentro del hogar, no perdón me equivoque, sería más bien el rol que desempeñaría ante la sociedad, esa sociedad que la llenaría de prejuicios y la etiquetaría, tal vez o quizás por esa tonta y absurda idea que solo el trabajo se hizo para los hombres, los cuales simplemente eran los que tenían que llevar el dinero a la casa….
Hablar de maltrato a la mujer hoy en día es un tema duro, peliagudo, de relevancia social, pero sobretodo de sensibilidad humana. Sin lugar a dudas el maltrato es sólo la punta del iceberg, debajo de la reluciente e impactante repercusión social se esconde lo realmente importante para aquel que sepa ver más allá de los hechos y del morbo que desgraciadamente produce. La violencia de género es el síntoma de una sociedad enferma, con unas creencias y valores todavía arcaicos, muy lejanos de alcanzar los derechos humanos fundamentales. La desigualdad entre el hombre y la mujer, la creencia de posesión del sexo masculino sobre el femenino, historia de abuso en la infancia, dependencias, autoestimas empobrecidas… se ocultan detrás de ese grito o bofetada de la que un día fuiste testigo en plena calle, o quizás en un espacio más familiar de lo que estés dispuesto a reconocer o aceptar. Vamos pues a ir encajando las incontables piezas de este inmenso puzle humano.

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