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28 marzo, 2024

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“Córrele que nos robaron”

Desde la oscuridad de la noche y de la cabina del avión donde vengo trepado les escribo, en este remanso de paz que sólo da la oscuridad y el silencio, silencio que ya me hacía falta, pues llevo diez días viajando,  como ustedes saben, si han leído Desde el Averno en las entregas anteriores con toda mi familia, y cuando digo toda, es toda, mi papá, mi mamá, mi hermana con mi sobrino, mi hermano, mi mujer, mi hija y hasta la nana de mi hija y donde si me la bañé fue en llevar hasta mi suegra.

Yo creo que todo esto sí me lo tiene que tomar en cuenta la virgencita de Guadalupe, yo creo que ya me debe dos que tres milagros que ya pagué por adelantado con este viaje, como les contaba, a mí me vale madre la contingencia ambiental, aquí andamos con dos sillas de ruedas y dos carriolas, pañales sólo para los de las carriolas, aunque a veces los dos de las sillas los hubieran necesitado más, pues tragaron más que albañiles después de un colado, acá entre nos, para bajarnos del barco (porque nos fuimos a un crucero), fue una verdadera odisea, literal, parecíamos el elenco de Odisea Burbujas bajándose del Popotito 22 o entrando en El exprimidor de libros, yo creo que me tocaría ser Patas Verdes y mi mujer Mafafa Musguito, mi hija sin duda Mimoso Ratón, mi papá, el profesor Memelovski, pero bien comido y por supuesto mi suegra sería el Ecoloco porque es medio apestozona, así seguro nos vio la gente durante estas vacaciones, ya les platiqué mucho de lo que pasó a bordo, pero ni crean que ahí terminó la cosa, no señor, aunque yo siempre escribo del espectáculo, no hay espectáculo más grande que el que les he estado contando y como diría Alex Lora ‘Y las que nos faltan’.

Imaginen que estando en un bar del crucero mi papá (esto también es verídico) no quería ir al baño que estaba a unos 20 metros, porque “No lo fueran a asaltar”, figúrense en qué estado de terror vivimos los mexicanos. Pero ahí se ven porque estoy a punto de aterrizar, ya se ven todas las luces de nuestro inseguro, pero querido México y pues como diría Cristina Pacheco “Aquí nos tocó vivir” o dicho de otra manera “Familia hay una sola….. ¡Y justo vino a tocarme a mí! He dicho.

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